Buenos días, buenas tardes, buenas noches,
¿Has probado un Carlitos? Sucede que desde hace un año exactamente he ido muy seguido al Antisana por distintas razones y ya sea antes de subir, o bajando cansado, siempre está la motivación de detenerse en la plaza de Pintag y comprar unos cuantos. Unos cuantos Carlitos, para comer uno al instante o para llevarlos a casa y compartirlos siempre vienen bien. ¿Ya sabes a quiénes me refiero? No son croissants, no son medias lunas, no son cachos;  y aunque si tienen un poco de croissant y un poco de cacho, diría que son más cuartos menguantes, únicos en su especie. La masa es una suerte de hojaldre, no muy fino, combinado con un dulce interior complicado de definir, su textura diría es como de ricotta con una mermelada, pero no llevan estos ingredientes. Si los has probado ¿sabes que llevan dentro? o ¿Sabes por qué se llaman así? Hasta ahora no he preguntado a las chicas de la panadería sobre la receta, ni el origen del nombre; de alguna manera me gusta guardar el misterio de estos panes de montaña que se vuelven más ricos en el campamento o recalentados en el horno de casa. Si no los conoces, te invito a que te vayas de paseo al Antisana, al Sincholagua o a la laguna de la Mica y obligatoriamente te detengas en Pintag. Cualquier transeúnte te explicará dónde están los Carlitos.
Asociar un sabor a una montaña tiene su encanto. Para mí el Antisana y los Carlitos, representan mucho. Cuando volví a subir montañas, al primer lugar donde fui, fue el Sincholagua por esa vía. Desde allí le vi al Antisana y sentí que, con paciencia, podría subir un día a su cumbre. Hace unos meses tuve la suerte de estar ahí por primera vez. Ya te imaginarás qué panes nos acompañaron, los Carlitos significan también el compartir entre amigos.
Cuando tenga más datos de los secretos de los Carlitos, me gustaría hacer mi propia versión y te lo contaré. Mientras tanto te comparto una receta de otro pan de dulce que hice estos días, viene de otras latitudes muuuy lejanas, pero que estas semanas estuvieron cerca gracias a la confianza de VAIVEM. Aquí está la explicación muy práctica y sencilla de cómo hacer un pan de dulce portugués.
Así me despido, con un abrazo y recordándote que recibes esta newsletter porque hemos en algún momento compartido una película, un pan, o una montaña. Siéntete libre de escribirme tus comentarios o si deseas dejar de recibir estos correos. Creé este link por si quisieras recomendar a algún amigo o familiar suscribirse a esta newsletter.

Tomás Astudillo Fierro
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